miércoles, 2 de noviembre de 2016

La forma de las ruinas


LA FORMA DE LAS RUINAS

Juan Gabriel Vásquez
Madrid, Alfaguara, 2015, 549 págs.

   La forma de las ruinas es la quinta y, por ahora, última novela de Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973), con la que quedó finalista del premio nacional de narrativa colombiana del presente año, un género que muestra en estos momentos una notabilísima altura literaria (la novela premiada fue Después y antes de Dios, de Octavio Escobar, publicada por Pre Textos en 2014 y ganadora del premio “Ciudad de Barbastro” de ese mismo año). En 2001, Juan Gabriel Vásquez publicó su primera obra narrativa, un libro de relatos titulado Los amantes de Todos los Santos, al que siguieron las novelas Los informantes (2004), Historia secreta de Costaguana (2007, premio Qwerty en Barcelona y premio Fundación Libros & Letras de Bogotá), El ruido de las cosas al caer (premio Alfaguara 2011, English Pen Award 2012, premio Gregor con Ressori 2013, IMPAC Dublin Literary Award 2014) y Las reputaciones (premio Real Academia Española 2014 y premio Arzobispo Juan de San Clemente 2014).
   Escrita desde la situación real del escritor, más o menos manipulada literariamente, La forma de las ruinas se propone reconstruir las circunstancias en que se produjo el asesinato de Jorge Eléicer Gaitán, candidato disidente del partido liberal, ocurrido el 8 de abril de 1948 en Bogotá. Las protestas populares y la durísima represión supusieron el inicio de un periodo histórico conocido como “La Violencia”. Tanto este magnicidio como otro anterior recordado en la novela (el de Rafael Uribe Uribe, en octubre de 1914, también candidato del partido liberal) fueron atribuidos a asesinos (dos en el caso de Uribe) que actuaron por propia iniciativa y sin ningún apoyo. La revisión de este par de casos deja muchas dudas sobre la versión “oficial” de los hechos (como también sucede con la versión oficial del asesinato del Kennedy o el frustrado golpe de estado dado en España en febrero de 1981). La novela (género definido por Balzac como la “historia privada de las naciones”) se sitúa así en un plano similar a obras como Anatomía de un instante de Javier Cercas (a quien se alude veladamente en el texto que hemos seleccionado), erigiendo un discurso enfrentando al que el “poder”, con todos sus instrumentos de manipulación (políticos, judiciales, periodísticos) impone en todas partes.

   “El 9 de abril es un vacío es en la historia colombiana, sí, pero es otras cosas además: un acto solitario que mandó a todo un pueblo a una guerra sangrienta; una neurosis colectiva que nos ha servido para desconfiar de nosotros mismos durante más de medio siglo. En el tiempo transcurrido desde el crimen los colombianos hemos intentado, sin éxito, comprender lo que ocurrió ese viernes de 1948, y muchos lo han convertido en un entretenimiento más o menos serio y han consumido así su tiempo y sus energías. También hay norteamericanos -yo conozco a varios- que se pasan la vida entera hablando del asesinato de Kennedy, de sus detalles y sus pormenores más recónditos, gente que sabe de qué marca eran los zapatos de Jackie el día del crimen, gente que puede recitar frases enteras del informe Warren. Y sí: también hay españoles -no conozco a muchos, pero sí a uno, y con él me basta- que no dejan nunca de hablar del fallido golpe del 23 de febrero de 1981 en el Congreso de Diputados en Madrid, y que podrían encontrar con los ojos cerrados los huecos de los tiros en las paredes del hemiciclo. Hay gente igual en todo el mundo, me imagino yo, gente que responde así a las conspiraciones de sus países: convirtiéndolas en un relato que se cuenta y se vuelve a contar, como las fábulas de niños, y también en un lugar de la memoria o la imaginación, un lugar virtual al que vamos para hacer turismo, revivir nostalgias o tratar de encontrar algo que se nos ha perdido” [pp. 25-26]

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