MAÑANA SIN FALTA
Justo Vila
Madrid, Ed.
Trifaldi, 2019, 2014 págs.
“Sobre las tres y cuarto de la madrugada de
primer sábado de abril, Dámaso Quintana se despertó ardiendo de fiebre y
gritando que él no había sido. Su esposa, sobresaltada, le preguntó qué le
pasaba. “Yo no he sido”, repitió todavía él, medio amodorrado, como un niño
cogido en falta. Luego, para reafirmar su inocencia, no tanto ante ella como
ante el resto del mundo, añadió, entre dientes, algo que la mujer no entendió
del todo, algo sobre que, en sus muchos años como empleado público, no había
cometido ni una falta. “ni un clip se me ha pegado al bolsillo. Nadie, por más
que husmee, encontrará mancha alguna en mi hoja de servicios”. Ella pensó que
estaba delirando. Delirara o no, el caso es que decía la verdad. Cambiar de
lugar unos libros no es delito, aunque estemos hablando de una edición hasta
ahora desconocida del Lazarillo de Tormes
y del único ejemplar existente en el mundo de la primera edición en portugués
de A muyto devota oraça da empardeada.
Es más, ¿por qué iba a sospechar de él la policía, ni nadie, cuando todos sus
compañeros los bibliotecarios, los auxiliares, los ordenanzas, el personal de
limpieza, los encargados de la seguridad (incluidos los de cuatro patas) y, por
supuesto, el director- tenían acceso a la cámara del fondo antiguo, también conocida,
entre ellos, como la cámara del tesoro?”.
De este modo, con un enigma bibliográfico, arranca la trama de la última novela de Justo Vila (Helechal, 1954). Maestro y licenciado
en geografía e historia, fue el primer director de la Biblioteca de Extremadura
(2002-2011). Ha publicado libros de historia: Extremadura, la guerra
civil y La guerrilla antifranquista (Universitas,
1983 y 1986), y libros de viajes, como Descubrir España: Extremadura (National
Geographic, 2000) y En cuanto amanezca: Viaje a la provincia de
Badajoz (Ediciones del Oeste, 2005). Ha escrito guiones para
televisión, como Extremadura amarga y La montaña
mágica, pero, sobre todo es autor de novelas: La agonía del búho
chico (Ediciones del Oeste, 1994), Siempre algún día (Tusquets
Editores,1998), La memoria del gallo (Ediciones del Oeste,
2001) y Lunas de agosto (Ediciones del Oeste, 2006).
Ahora, la editorial madrileña Trifaldi publica Mañana sin falta (título que suena a réplica del de una novela
anterior, Siempre algún día), cuya
trama reconstruye la peripecia vital de Dámaso Quintana, quien, tras el
servicio militar en África decide abandonar el pueblo de sus padres (y un
destino cierto de bracero con trabajos estacionales a la intemperie) y buscar
un empleo en la ciudad de Badajoz. Arranca así una aventura existencial por un
tramo temporal amplio, desde los años juveniles del protagonista hasta el
umbral de la jubilación, que recoge, con una intención testimonial, la
efervescencia de toda una ciudad durante las décadas de dictadura (con la
progresiva contestación al franquismo), la consolidación de la vida
democrática, tras la Transición y el “desencanto” hasta llegar a la devastadora
crisis de la primera década del nuevo siglo con su estela de desempleo,
tragedias domésticas y desahucios. Ambientadas en esos espacios preferenciales
de la novela social en que es verosímil la relación entre desconocidos
(pensión, tabernas, dependencias de la administración…), la novela, con un
claro sesgo coral, da cabida numerosos personajes, algunos reales, otros
camuflados bajo nombres supuestos, y a motivos como el contrabando, la
prostitución, los oficios de mera supervivencia, la Biblioteca de Extremadura
(y los libros de Barcarrota)…, con un mayor protagonismo de la fabulación y de
la intriga y una estructura circular, pero de final abierto en que dejamos al
protagonista inmerso en un proyecto azaroso.
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