LA ALBUERA
COLINA FALTAL
Campaña aliada en el sur de España en 1811 y batalla
de La Albuera
Mark S. Thompson
Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, col. Historia de Badajoz y su Alfoz, 2021, 344 págs.
Traducción, gráficos y notas de Fernando Ortiz
Martínez
Doctor en Historia desde 2009, Mark S. Thompson es un historiador militar británico especializado en la guerra peninsular (1808-1814) que ha dedicado especial interés a las campañas del mariscal Beresford y a la campaña de La Albuera. En 2015 publicó Los ingenieros de Wellington. Es miembro de la Comisión Británica de Historia Militar, de la Sociedad Histórica de Ingenieros Reales y de los Amigos del Cementerio Británico de Elvas.
Fernando Ortiz Martínez es coronel de
Infantería destinado en el Instituto de Historia y Cultura Militar y Miembro de
las Asociación Histórico-Militar Alfonso IX de Badajoz. Ha publicado varios
trabajos sobre la guerra de Independencia en Extremadura y colaborado en la publicación
reciente del Diario de Menacho.
Publicado
por primera vez en una autoedición inglesa, ve ahora la luz,
traducida, anotada e ilustrada por Fernando Ortiz, la edición en español. El
estudio aborda los movimientos de las tropas francesas y aliadas (inglesas,
portuguesas y españolas) en el sur de las Península Ibérica para centrarse en “una
de las batallas más breves que tuvieron lugar durante la Guerra Peninsular” (16
de mayo de 1811) finalizada con la retirada del mariscal Soult del campo de
batalla. Reproducimos un fragmento que describe, con un claro interés por su explotación
militar, el entorno de La Albuera.
El campo de batalla de La Albuera
“A las 8 de la mañana todas las unidades de Beresford estaban en las posiciones que se habían seleccionado para ellas y, con la excepción de Madden, todos estaban presentes. El sitio seleccionado por Wellington para la batalla era, en su opinión, “la posición más central y ventajosa” para defender el cerco a Badajoz. Sin embargo, si bien era la más ventajosa, no era por ello eras una posición sólida. El terreno era una serie de colinas bajas y onduladas durante muchos kilómetros en todas las direcciones, sin alturas realmente significativas. Muchas de estas colinas estaban completamente despejadas sin ningún tipo de cobertura. El pueblo de La Albuera era el único asentamiento en la zona, pero contenía solo los esqueletos de piedra de las casas, ya que los franceses lo habían despojado previamente de toda la madera para sus fogatas. Cerca del pueblo corre el arroyo del mismo nombre. En ninguna época del año era lo suficientemente caudaloso como para impedir el paso a todas las tropas, aunque en las cercanías de la aldea, las orillas del lado occidental (aliado) eran lo suficientemente empinadas como para detener a la caballería y la artillería. Había un pequeño puente sobre la rivera cerca del pueblo y aproximadamente unos cuatrocientos metros al sur había un fuerte puente de piedra sobre el que cruzaba el camino real de Sevilla a Badajoz. Justo al sur de este puente, la ribera de La Albuera se divide en dos fluentes: al este el Nogales; al oeste el Chicapierna.
La lengua
de tierra entre ellas es muy baja y estrecha durante los primeros ochocientos
metros, y está cubierta de olivos y viñedos. A medida que la lengua se
ensancha, el terreno se eleva unos 50 metros. La ladera occidental está
despejada, pero su cima y la ladera contraria están cubiertas por vegetación,
lo que oculta cualquiera posible movimiento del enemigo. Esta es la porción de
terreno que Long fue acusado de abandonar y en las Strictures se decía que debía haber sido ocupada por la infantería.
El terreno al este del pueblo es bajo y abierto”. [pp. 171-172].
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