martes, 24 de mayo de 2016

Trabajar cansa


 Trabajar cansa
Javier Morales
Tenerife, Baile del sol, Col Sitio de fuego, 2016, 118 págs.

   Nacido en Plasencia en 1948, Javier Morales ha publicado hasta el momento tres libros de relatos, La despedida (Editora Regional, 2008), Lisboa (Editora Regional, 2011) y Ocho cuentos y medio (Baile del sol, 2014), además de una novela, Pequeñas biografías por encargo (Huerga y Fierro, 2012). Ahora, la editorial tinerfeña Baile del sol publica su segunda narración extensa, Trabajar cansa, cuyo título procede de un poema de Cesare Pavese recordado en una de las citas iniciales (otra de las citas recuerda una afirmación de Lev Tolstoi: “uno puede vivir espléndidamente en este mundo si sabe cómo amar y cómo trabajar”). En bloques narrativos alternos (los impares titulados “Amar y trabajar” y los pares “El expediente”) se desarrolla una trama protagonizada por hombres y mujeres enfrentados a una realidad laboral hostil (amenazados por despidos, expedientes de regulación de empleo, reducciones salariales...) y desconcertados ante unas relaciones amorosas que han perdido el destello de los inicios y se ven abocadas a infidelidades y abandonos mientras fantasean con otras vidas posibles e improbables.
   Reproducimos el fragmento final de la novela, que se cierra con el cumplimiento de una premonición situada en la primera frase de la narración.

   “Como Daniel no la oye, tira de su mano, hasta que su marido por fin gira la cabeza.
-Vámonos de aquí, te digo.
-¿Hacia dónde?, ya casi estamos.
-Están dando palos, ¿no lo ves?, pueden confundirnos con manifestantes. Solo faltaba eso. Volvamos, te digo.
-De acuerdo –dice Daniel.
   Se dejan llevar por la corriente que sube hacia Plaza de Castilla, con esas torres desangeladas, a punto de caer, como mástiles de barcos abandonados a la deriva en un mar de asfalto y cemento. Los antidisturbios comienzan a lanzar pelotas de goma. Ahora es Silvia, cada vez más inquieta, quien avanza entre la masa, tira de Daniel, le agarra la mano con fuerza, ha tenido que prescindir de las flores, lo importante es no soltar a su marido, aguantar los empujones y las embestidas, a ferrarse a la mano de Daniel. Hasta que deja de sentirla”: [pp. 117-118]

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