lunes, 18 de julio de 2016

Pasión y paisaje


PASIÓN Y PAISAJE
Poesía reunida (1974-2016)
Jacobo Cortines
Sevilla, Fundación José Manuel Lara. Vandalia, 2016, 401 págs.
Prólogo del autor

   Profesor de Universidad, articulista, fundador y director de la revista Separata (1978-1981), traductor de  los Triunfos (1983) y el Cancionero (1989) de Petrarca, estudioso y editor de escritores como Fernando Villalón, Felipe Cortines Murube, Manuel Halcón, Joaquín Romero Murube o Luis Cernuda, Jacobo Cortines (Lebrija, 1946) publica ahora en una cuidada edición de la Fundación José Manuel Lara su obra poética aparecida hasta la fecha: Primera entrega (1978), Pasión y paisaje (1983), Carta de junio y otros poemas (1994), Consolaciones (2004, Premio de la Crítica de 2005) y Nombre entre nombres (2014), a los que se suma un poemario inédito, Días y trabajos. Una adenda final reproduce fragmentos de sus diarios en que se explicita la génesis de la mayor parte de las composiciones.
   Lector lúcido de autores clásicos (Homero, Virgilio, Horacio, Manrique, San Juan…) y contemporáneos (Bécquer, Juan Ramón, los Machado, los poetas del veintisiete…), su poesía transita, como expresa el título elegido, entre la pasión (“el padecimiento, la alteración o perturbación del ánimo, la conmoción, los movimientos del deseo, las fuerzas instintivas, la irracionalidad, las obsesiones violentas, las ansias de infinito, la desmesura”) y el paisaje (“la serenidad, la claridad, la tendencia a la armonía, la distancia, el dibujo, la aceptación de los límites, la medida”), “dos ejes sobre los que gravita una existencia que reclama tanto la luz como las sombras para dar expresión a ella misma” [Prólogo, p. 9]
   Reproducimos un poema del libro Consolaciones perteneciente al bloque “Refugio de las horas”, que da una réplica más esperanzada (y tal vez, más ecuánime) a la Canción a las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro, con una expresión clásica, próxima a su modelo, en el metro preferido del poeta (endecasílabos blancos).

EN LAS RUINAS

No vano horror, ni rota pesadumbre,
sino feliz memoria en estos campos
donde el azul del lirio abril combina
con jaramagos, cardos y amapolas.
Itálica cayó, pero sus huellas
al corazón ofrecen y a la mente
la paz de unas ruinas, un espacio
para fundar el sueño más hermoso.
Aquí la elipse de su muda arena
y la borrosa mole de su gradas.
Aquí las rectas calles y cimientos
de simétricas casas con mosaicos.
Más allá, bajo la tierra, lo que un día
contemplemos tal vez, nuevo prodigio
de la carne hecha mármol, como aquella
adolescente Venus recatada.
Ejemplo no de muerte este collado,
sembrado de cipreses y de rosas,
más bien vivo vestigio que proclama
la eternidad efímera del gozo.

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