DE LIBROS Y HOMBRES
Miguel Torres López de Uralde
Badajoz, Diputación Provincial 2016, 94 págs.
XXXV Premio Felipe Trigo de Narración Corta.
Nacido
en Málaga en 1966, Miguel Torres López de Uralde comenzó su carrera literaria tras conseguir el premio de
cuentos Ignacio “Aldecoa en 1999. Desde entonces ha publicado varias novelas
avaladas por numerosos premios: Pantalones
cortos (Ed. Arguval, 2002), El pintor
de las palomas (premio Casino de Lorca de 2005), Escucha mi silencio (premio Ciudad de Barbastro de 2006), Los que esperan (premio Juan Pablo
Forner, de 2008), Sintecho (premio
Vargas Llosa de 2012), La noche de los
gatos (premio Gabriel Sijé), No sé
quién eres (premio Tristana de Novela Fantástica, publicado por Menoscuarto
en 2013) y La belleza (premio
Francisco Ayala de 2015).
Ahora,
el Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz publica
De libros y de hombres, narración con
que consiguió el pasado año el XXXV premio Felipe Trigo en la categoría de
novela corta.
Narrada en primera persona y ambientada en la España de los años sesenta,
la del desarrollo económico que no impidió una masiva emigración a Europa, la
trama de la novela traza, con una prosa sobria y elegante, el itinerario de un
lector compulsivo y cervantino, perdido en un enloquecido laberinto de papel
que lo aísla de todos, una vocación que heredará resueltamente el hijo menor (y
narrador de la tragedia paterna) una vez que descubra la nobleza de su empeño.
“Les
cuento todo esto no porque piense que pueda tener algún interés para ustedes
sino porque lo tiene para mí, ya que esta es mi historia y es también la
historia de mis primeros años de vida, de mis sueños, de mis imaginaciones y
mis realidades. Y también porque mi padre sostenía que lo que interesa a un
solo hombre interesa también a toda la humanidad. Por eso existen los libros,
decía, y por eso existe la comunicación, por eso la gente se hace preguntas e
investiga, por eso se cuentan historias, por eso los hombres razonan y piensan
y luego lo plasman todo en un texto, para que quede constancia de su inquietud,
de sus miedos, de sus amores. Porque todo ser tiene derecho a un libro o porque
todo ser es un libro en sí mismo: un hombre, un animal, una planta o una
piedra, una nube pasajera o una ráfaga de viento, el suspiro inaudible de un
pájaro o el llanto ensordecedor de un niño. Decía mi padre que el mundo es una
inmensa biblioteca donde el número de libros escritos es muy inferior al número
de libros no escritos, y que por más volúmenes que se puedan escribir a lo
largo de la historia de la humanidad
siempre será mayor el número de libros aún pendientes de ser escritos que los
ya redactados, corregidos, publicados y leídos”. [pp. 10-11].
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