FIESTAS EXTREMEÑAS
Marciano Curiel Merchán
Badajoz, Diputación Provincial, Col. Raíces,
2016, 137 págs.
Edición, introducción y notas de Pilar Montero
Curiel y María Luisa Montero Curiel.
Pilar Montero Curiel y María Luisa Montero
Curiel son profesoras titulares de Lengua Española en el Departamento de
Filología Hispánica y Lingüística General de la Universidad de Extremadura.
Autora de artículos sobre dialectología española y de la monografía El extremeño, Pilar se doctoró en 1993
con un estudio sobre “El habla de Madroñera”, de donde proceden sus libros Vocabulario de Madroñera y El habla de Madroñera. Por su parte, María Luisa
defendió su tesis doctoral en 1996 (“La prefijación negativa en español”) y ha
publicado el libro La prefijación
apreciativa en español.
Nietas
de Marciano Curiel (Garganta la Olla, 1892-Trujillo, 1947), ambas han editado
conjuntamente el estudio El léxico animal
del Cancionero de Baena y los libros de su abuelo, Cuentos extremeños (2006) y Juegos infantiles de Etremadura (2012).
Ahora
el Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz publica Fiestas
extremeñas, un trabajo inédito hasta hoy, que recoge celebraciones festivas
cacereñas de las localidades con las que el folklorista, maestro de profesión,
estuvo vinculado estrechamente, “su pueblo natal, Garganta la Olla, en la Vera
de Plasencia, y dos de los municipios cacereños en los que ejerció las tareas
docentes, Madroñera (1917-1934) y Trujillo (1934-1947). De Ceclavín procede una
selección de cantares festivos anotas por Marciano Curiel a principios de 1932
cuando visitó la ciudad como guía de Kurt Schindler, el musicólogo berlinés
afincado en Nueva York que recorrió varias regiones de España con la idea de
realizar la primera recopilación sonora de la música popular española” [p. 10].
Reproducimos un fragmento que describe una de estas festividades
populares de su pueblo natal.
“LOS SANTOS
Ha
llegado el otoño. Las camaretas, sobrados, camellotes y sequeros de este
fertilísimo rincón verato están pletóricos como prometido anuncio de abundancia
y bienestar para pasar el invierno.
En
esta tierra favorecida todos tienen algo, todas las casas tienen su pequeña pitarra
y en todas se hace ese riquísimo néctar, bebida de dioses, que por eso se llama
gloria (mosto de uva sin fermentar al
que se adicionan manzanas, melocotones, anís, canela, café, y que es una
verdadera ambrosía). Por estas clásicas camaretas, los rincones están hasta el
techo llenos de patatas, manzanas, higos pasados, nueces y castañas. De las vigas
de los techos cuelgan racimos de uvas y ristras de ciruelas. Orejones y mojiles […] Saben muy bien esto los
monacillos (monaguillos) y los amigos de estos, que por los Santos son muchos.
Unos y otros, la víspera de los Santos y el mismo día por la mañana, salen en
alegre pandilla a pedir por las calles. No hay casa, por humilde que parezca o
sea, que no sufra la acometida de estos simpáticos pedigüeños. Hay que sacar
algo de todos. El alegre tintineo de una campanilla, con su argentino son, avisa
al vecindario de que la alegre compañía de monacillos efectivos y honorarios se
acerca. Ya llegan a las casas y anuncian a coro su llegada. Con sus infantiles
voces cantan a voz en grito llenos de engreimiento por el papel que van
representando. ¿Quiénes van a negar nada a los que piden diciendo que son
ángeles? Y cantan con entusiasmo:
Ángeles somos,
del cielo venimos,
a pedir algo
para los Santos,
higos y castañas,
nueces y manzanas,
jarros de vino
y torreznos de tocino” [pp- 124-125].
No hay comentarios:
Publicar un comentario