LA FÁBULA Y EL
FUEGO
Ramón J. Soria
Breña
Mérida, De la
Luna libros, 2023, 153 págs.
Prólogo, epílogo
y fotografías del autor
Ramón J. Soria Breña (Jarandilla de la Vera, 1965) es escritor y
sociólogo. Además de varios trabajos de sus especialidad, ha publicado el libro
de relatos Los dientes del corazón
(Baile del sol, 2015) y las novelas Los
últimos hijos del lince (2010) y El
barco caníbal (2018), con la que obtuvo el premio Ciudad de Salamanca de
2017. En 2018 la editorial emeritense De la Luna Libros publicó una compilación
de relatos, Partes de guerra (2018).
La
fábula y el fuego, que ahora publica la editorial emeritense De la Luna libros, es en primer lugar un volumen bellísimo, extraordinariamente cuidado,
ilustrado por unas magníficas fotografías del propio autor. En su conformación
el autor ha recurrido a la estructura de un recetario y, en efecto, cada uno de
los capítulos contiene una receta de platos elaborados con productos naturales,
pero el resultado final va mucho más allá al comunicar su contenido con una
prosa, situada entre la narración y el ensayo, de una notabilísima altura
literaria. Cocinar es en esta obra una manifestación cultural ancestral que
llega desde el pasado hasta las manos de sus abuelas en combinaciones y sabores
romanos, árabes, sefardíes, galaico-portugueses, de Europa oriental, del nuevo
mundo o de la Extremadura de los años más tristes de la posguerra. Como apunta
el título, la obra reúne cocina y literatura, pues “cocinar es un cuento, una
fábula, un mito, el libro entero de nuestra gran historia”, y así el potaje, el
cebiche, las vieiras, el almogrote, el pulpo, los caracoles, las manzanas asadas… se acompasan con
referencias a Dumas, Vázquez Montalvan, Pla, Borges, Camba, Vasili Grosman o
Mark Twain. En medio de una naturaleza esplendente, entre ollas y trébedes,
recuerdos de lecturas y de la infancia, considera el escritor, “me queda la
felicidad de ver salir la trucha de mis dedos como una centella de colores y de
seguir desayunando algunos días de verano un conejo asado ensartado en un palo
en la chimenea de una casa vieja y queso de cabra de postre. Hago caso al poeta
[Octavio Paz]: “Defiendo mi ración de tiempo y paraíso”. Reproducimos un
fragmento del capítulo titulado “Hígado de cordero estilo Zaida, Zoraida, Zorahaida
y mi abuela”.
“Voy atravesando el tiempo, saltando más mil
años atrás, cuando Abd al-Rahman III dominaba el gran sur. Me ha venido a la
memoria este guiso posible y pobre, también sofisticado y rico, de un español
de entonces, tal vez árabe, judío, godo, bereber, cristiano, quién sabe. Un
campesino o pastor o alfarero que a la puerta de su casa de adobe de las
afueras de Córdoba, Jaraíz de la Vera o Valencia, poco antes de caer la tarde
fría, sobre una trébede mediana acunada en las brasas, dentro de una cazuela de
barro muy gastada, sofríe unas cebollas tiernas, unos higos pasos de pezón
largo cortados en cuartos y, cuando todo está blando, añade troceados dos
hígados de cordero y sus pizcas de albahaca, comino, cilantro, toronjil, ruda y
sal bruta. Aviva el fuego, remueve el guiso con un cucharón de brezo y luego lo
aparta del hogar hasta que temple. De ese mítico tiempo de califas y taifas, de
reconquistas y reconquistas y Medinas Azaharas ya solo quedan mitos y ruinas,
unas pocas palabras vivas como alhacena,
alcoba o zorzal, y cierto rencor
al moro que fuimos y que aún somos, qué triste. Pero muchos sabores de entonces
aún palpitan, como este plato de primavera, tan moderno y agridulce de
higaditos de cordero con higos pasos que estoy haciendo. ¿Cuántos maravillosos
fuas no se engordarán luego alimentando a los gansos, ocas o patos con higos
pasos? Pero ya un anónimo cocinero árabe entendió hace mil años la mágica
mixtura de estos dos alimentos que hoy, tanto tiempo después, preparo para
comer gracias a que mi abuela Ángela me enseñó la sencillísima receta. La
cocina extremeña está llena de guisotes de casquería, y este es uno de ellos”. [pp. 114-115].
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