martes, 23 de febrero de 2016

En los pliegues de tu cara


EN LOS PLIEGUES DE TU CARA. ANTOLOGÍA (1954-2014)

Basilio Fernández Crespo
Badajoz, Diputación Provincial, 2015, 430 págs.
Presentación de Juan Luis Quintana Álvarez
Prólogo de Manuel de Jesús Gallego Cidoncha

   Tras residir en diversos lugares ejerciendo oficios varios, Basilio Fernández Crespo (Tembleque, Toledo, 1939) fijó su residencia en Don Benito, ciudad en la que reside desde 1974. En 1999 publicó su primer libro de versos, Renglones cortos, al que siguieron otros poemarios  (Estampas de Navidad, 2001; Románticas eróticas y satíricas, 2004; Pellizcos, 2007; El pastor, 009...) y un estudio lexicográfico, Cómo se dice (2013). Ahora, la Diputación Provincial publica una antología que recoge composiciones de todos sus libros publicados. Fernández Crespo (alumno de un taller de cuento y poesía que impartí en Don Benito durante cinco años: en el libro ha tenido la deferencia de dedicarme dos poemas) es un versificador apegado a los modelos tradicionales con los que expresa una intimidad primaria y transparente, que “concibe, afronta y ejerce la actividad poética desde una perspectiva vital que sitúa su ángulo de visión a ras de suelo y, por ello, amasa el verso con la misma naturalidad, espontaneidad y modestia con la que él comprende, reside y transita por el mundo” [prólogo, p.11]
   Reproducimos una de estas composiciones marcada por la autenticidad (Basilio ha logrado numerosas medallas como canaricultor a nivel local, autonómico, nacional e incluso en concursos internacionales), la sencillez y los tonos aleccionadores.

EL CANARIO Y EL GORRIÓN

En el palo de una jaula
colgada de un tendedero,
un canario se quejaba
y en su piar lastimero
de esta manera cantaba
al sentirse prisionero
en una jaula dorada.

A mí de qué me ha servido
estar en varios concursos
y en todos ser el primero
con el mejor colorido,
y demostrar más recursos
con un cante más florido
que el mismísimo Caruso.

De nada, le contestó
en lo alto de un tejado
un gorrión que saltaba,
y que volaba contento
al ser libre como el viento,
algo que el otro añoraba
por estar siempre enjaulado.

No es mejor ser el primero
si no tienes libertad,
pues el que está prisionero
suplica, por caridad,
ser un gorrión torrero.

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