PRINCIPIO
DE INCERTIDUMBRE
Felipe
Trigo y nuestro tiempo
Luis
Sáez Delgado
Badajoz,
Diputación Provincial / Ayuntamiento de la Villanueva de la Serena, 2017, 220
págs.
Acaba de ver la luz el catálogo que acompaña
a la exposición que con el mismo título conmemora el centenario de la muerte de
escritor. Durante el mes de mayo en Villanueva de la Serena y durante este mes
de septiembre en Badajoz, el público puede ser testigo de este recorrido por la
vida y la obra del escritor villanovense.
Al cuidado de Luis Sáez Delgado, Principio de incertidumbre es un
elaborado catálogo con textos introductorios de Miguel Ángel Gallardo,
Presidente de la Diputación Provincial y Alcalde de Villanueva de la Serena
(“Felipe Trigo, nuestro contemporáneo”), y Carmen Trigo Casta (“Felipe Trigo,
el hombre, el padre”), y colaboraciones de Luis Sáez Delgado (“El desorden social presente. Leer a Trigo con expectativas”), Francisco Espada
Iglesias (“Felipe Trigo: un biopic entre dos siglos”), Carmen Fernández-Daza
Álvarez (“Límites de la mirada. Trigo y Extremadura”), Enrique García Fuentes
(“Citas y autocitas en algunos textos de Felipe Trigo”), Víctor Guerrero
(“Felipe Trigo y la novela científica”), José María Lama (“Felipe Trigo,
socialista. Algunos datos sobre su compromiso político y social”), Francisco
Muñoz Ramírez (“Felipe Trigo, genio y figura”), Manuel Pecellín Lancharro
(“Felipe Trigo, Sevilla en broma”), Antonio Sáez Delgado (“Felipe Trigo y
Portugal”) y Manuel Simón Viola (“Trigo en su entorno”). Cierra el catálogo una
amplia muestra de ilustraciones (fotografías de es escritor, caricaturas,
portadas de sus novelas, noticias de prensa…) que pueden contemplarse en la
exposición.
Reproducimos un texto del comisario de la
exposición y editor del catálogo, Luis Sáez Delgado procedente de su ensayo “El
desorden social presente. Leer a Trigo con expectativas”.
“Nuestra experiencia de lectura parte
siempre de alguna expectativa: de las referencias de otros lectores a la
memoria del autor, incluso de la solapa al dibujo de cubierta, y aceptamos que
estas expectativas sean, sí, un prejuicio, pero un prejuicio positivo, que
empuja selectivamente el artefacto de la literatura. Esa experiencia desde la
inquietud resulta hoy, en el caso de Trigo, difícil de cumplir: ni los
prescriptores, ni el mercado de valores de los clásicos contemporáneos, ni los
temas o el estilo parecen generar suficientes expectativas que muevan a su
encuentro; a Trigo lo frecuentamos, hoy, con incertidumbre, temerosos de que
nos decepcione. Y, sin embargo, es posible que dispongamos de motivos, más allá
de los arqueológicos, para leer e Felipe Trigo, motivos sustentados en la
coincidencia del tiempo común, el momento de mudanza que autor y cien años más
tarde nosotros compartimos, ese largo instante de turbación que Trigo refleja y
que queremos comprender, aún sin perspectiva” [p. 84]
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