LABERINTO
Anatomía
del presente
Marino
González Montero
Mérida, De la Luna Libros, 2019, 79 págs.
Fundador de la
revista de creación La Luna de Mérida
y director de la editorial De la Luna Libros, Marino González Montero (Almaraz,
1963) es coautor del libro Puentes de
Extremadura, de la edición ilustrada de La
vida del Lazarillo de Tormes y autor de versiones de textos de Shakespeare
(La tempestad), Plauto (Cásina, El Persa, Truculentus) y de
Terencio. Como poeta, ha publicado Tangos
extremeños (2006), Incógnita del tiempo y la velocidad (2014) y Un estanque de carpas amarillas (2015) que ahora ve la luz en la misma
editorial emeritense. Como narrador, es autor de libros de relatos como En dos tiempos (finalista del premio
Setenil al mejor libro de relatos publicado en 2004), Sedah Street (If Ediciones,
2001), Diarios miedos (2009) y Sed (2011), ambos en la editorial De la
Luna libros. En 2016 apareció Rollos y picotas de Extremadura (De la Luna libros) y en 2018 el poema épico
dramático La bella Magalona.
Ahora, Del la
Luna libros publica Laberinto, cuya
trama reúne en un lugar simbólico (una iglesia abandonada utilizada después
como lugar de representaciones teatrales) a tres personajes, el Hombre, la Mujer y la diosa ciega
Tyche, encarnación mitológica del destino y de la fortuna. En densos diálogo,
no exentos de humor, los tres personajes conversarán sobre motivos de la
existencia humana en un entorno protagonizado por las imágenes simbólicas
(confesionarios y reclinatorios, cabezas de alambre huecas, maniquíes), la
poesía y la música.
Reproducimos un
fragmento en que aparecen algunos de los motivos citados.
“Ahora, EL HOMBRE y LA MUJER colocan los
confesionarios cara al público y TYCHE se sitúa en medio de los dos, algo más
adelantada, junto al proscenio.
EL HOMBRE: Yo tengo una pregunta.
TYCHE: (Que no se
fía) A ver…
EL HOMBRE: ¿Quieres decir que los dioses han
desaparecido?
TYCHE: O que vamos camino de ello. Que estamos en retirada, como bien ha escrito uno de
los vuestros.
EL HOMBRE: ¿Por qué?
TYCHE: Eso digo yo, por qué…
LA MUJER: No lo entiendo. ¿Y cómo te llamas?
TYCHE: (Respondiendo
a uno y a otra. Sin mirar atrás) Supongo que ya no os hacemos falta. Tenéis
otras cosas que adorar. Soy Tyche, la diosa Fortuna.
EL HOMBRE: Imagino que la ciencia, la tecnología… os
están… matando.
LA MUJER: ¿Vives aquí?
TYCHE: (Algo triste).
Imagino… La IMAGINACIÓN perdiendo terreno ante la RAZÓN. Por eso… estoy aquí…
cumpliendo órdenes de mis superiores… Tenía que ser este sitio.
EL HOMBRE: (Muy extrañado) ¿Una iglesia? ¿Tyche… la diosa
Fortuna… en una iglesia?
LA MUJER: Pero, esto no fue también un teatro?
TYCHE: (Algo
mareada de tanta pregunta doble) Me lo tengo merecido por suplicaros las
preguntas. (Suspira) Tenía que ser este sitio. Iglesia… teatro… la misma cosa
son. Mirad el suelo que pisáis. Estamos juntos en la nave de crucero de lo que
fue una iglesia. ¿Qué veis?
LA MUJER: (Tras
mirar detenidamente) Parece el dibujo de algo parecido a un laberinto.
EL HOMBRE: Parece…
TYCHE: (Decidida.
Moviéndose agitada por todo el escenario) ¡Es… un laberinto! ¡Un DÉDALO! La
representación en mármol del camino que hay que recorrer para llegar a Dios… a
vuestro dios… cualquiera que sea. Esta iglesia, como todas las iglesias
conocidas, se construye como el GRAN TEATRO DEL MUNDO, el escenario de piedra
donde el sacerdote escenifica y proyecta las palabras del GRAN AUTOR; mientras
los fieles… -el público- siguen atentos sus indicaciones
LA MUJER: ¿Y el teatro?
TYCHE: En eso se convirtió después. Me temo que estaba
escrito en las paredes. EL TEATRO es una gran IGLESIA, originariamente de forma
semicircular, de modo que todas las miradas converjan en un solo punto”. [pp.
38-40].
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