ORDEN
Victoria
Pelayo Rapado
Mérida,
Editora Regional de Extremadura, col. Vincapervinca, 2023, 241 págs.
Nacida en Zamora en 1960, Victoria Pelayo Rapado es Graduada en Derecho y colaboradora habitual del diario HOY de Extremadura. Su obra combina el perfil de narradora con la participación en revistas como Versión Original, Eñe, La Bolsa de Pipas, En Sentido Figurado (ESE), Rumorvisual, Ariadna, Generación Subway, Norbanova, Letras para crecer, Farraguas y Contamos todas: 29 narradoras de cuento de Castilla y León. Como narradora, ha sido reconocida con el Premio de novela corta Ciudad de La Laguna, 1986, por Una amistad corriente y con el correspondiente al XXI Certamen literario Manuel Oreste Rodríguez López, 2016, con la obra Preparativos. Fue finalista de la XVI edición del Premio Setenil 2019 al mejor libro de relatos con Malos días (2018); en 2021 publicó el volumen de cuentos Lo justo con la editorial Baile del Sol. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Vincapervinca Orden, un conjunto de siete relatos en cuyas tramas no es infrecuente que lo anómalo (lo insólito, lo extraño) irrumpa en la normalidad de la vida cotidiana (es decir, que venga a quebrar un orden): dos pasajeros de un autobús de línea intercambian sus asientos (de pasillo y de ventanilla) sin ser conscientes de que este hecho cambiará sus vidas, una mujer viuda alquila una habitación a un joven tras recibir referencias de que se trata de una “persona de orden”, una joven colombiana es contratada para atender a una anciana dependiente que vive con su hija y su nieta, una pareja coincide con unos conocidos en unas vacaciones a Cartagena de Indias, una mujer sola conoce a la excéntrica joven que será (junto con su novio) vecina de piso a partir de ahora… Una prosa precisa y fluida nos presenta unas vidas sometidas a las turbulencias del azar, a la perturbadora presencia de extraños, a los quiebros bruscos de un destino del que no son dueñas. Reproducimos un fragmento del relato titulado “Banco cojo”, en el que una muchacha colombiana acepta la oferta de empleo en una extraña familia de tres mujeres que han convertido su vida en un infierno al que tratarán de encadenarla.
“Delia regresó a la cocina, a sus tareas,
hoy de menú, verdura y pollo. Al fondo, ruido de puertas, cajones, pasos, otra
vez cajones, pisadas y por fin la voz de Justa, como un trueno, a sus espaldas.
-Dice mi madre que no encuentra las
joyas -espeta Justa desde el umbral.
-¿Cómo dice?, no entiendo... -Delia,
sorprendida, se vuelve, tiene las manos grasientas, con una sujeta un pollo por
las patas, con la otra le arranca la piel.
-Sí, sí entiendes -contesta Justa,
furiosa porque ha tenido que salir de estampida del colegio y dejar su puesto
de trabajo, por su culpa ha dejado una clase a medias, para eso le paga, para
que atienda a su madre, para no ser interrumpida durante su jornada laboral, y
repite-: Dice mi madre que sus joyas no están en el joyero, que te las has
llevado.
-Jesús, María y José, señora Justa,
usted sabe que yo no haría una cosa así, ay, Diosito, ¿cómo comprende?- Delia
rompe a llorar, nunca, en todo el tiempo que lleva en este país ha cogido nada
que no le perteneciera, nunca, en ninguna casa, siempre se ha ido con la cabeza
muy alta de todos los sitios donde ha trabajado.
Ha dejado el pollo en la encimera y se
limpia las manos en el delantal, que se impregna de grasa.
-Déjate de dioses y de vírgenes, las
joyas tienen que aparecer, así que tú dirás.
-Jesús, María y José, usted sabe que
yo no he cogido nada, antes me corto las manos, usted lo sabe, señora Justa, me
conoce, soy honrada, jamás, jamás me llevaría algo de esta casa”. [pp.
169-170].
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