ANASTÉ
La hecatombe de Tarteso
Marino González Montero
Mérida, De la Luna libros, col. Teatro, 2023, 102 págs.
Marino González Montero (Almaraz, Cáceres, 1963) es profesor de secundaria en Mérida.
Fundador de la revista de creación La
Luna de Mérida, ha sido finalista en el Premio Setenil al mejor libro de
relatos publicado en 2004 con su libro En
dos tiempos. También ha publicado Tangos
extremeños y Bulerías y los
libros de cuentos Sedah Street, Diarios Miedos y Sed, así como los poemarios Incógnita
del tiempo y la velocidad, Un
estanque de carpas amarillas y La
verdadera lengua de los pájaros. Es coautor del libro Puentes de Extremadura y de la edición ilustrada de La vida del Lazarillo de Tormes y autor
de Rollos y picotas de Extremadura.
Como autor teatral ha publicado The
Tempest, una versión libre de la obra de Shakespeare, el poema
épico-dramático La Bella Magalona así
como el texto poético-dramático Aquiles.
Ha escrito y dirigido obras como Muerte
por Ausencia, LABERINTO: anatomía del
presente y Satanás, así como
distintas versiones de textos grecolatinos de Plauto, como Cásina, El Persa o Truculentus,
y de Terencio, como El Eunuco, Heautontimorúmenos, Adelphoe, Phormio o Hecyra.
Es autor y director del espectáculo flamenco Amapolas Negras.
Situada su trama en lo que hoy son valiosísimos yacimientos arqueológicos, la obra contiene un diálogo entre Anasté y la diosa Nortia sobre graves temas atemporales (la condición de la mujer, la existencia de los dioses, la violencia, la muerte…) en un registro clásico, no exento de humor, y un elevado tono poético. Reproducimos un pasaje en que la protagonista ante los indicios perturbadores del fin de un mundo (de un pueblo, de una cultura, de unos dioses) evoca, por contraste, sus orígenes.
ANASTÉ:
(Se aparta para evitar ser tocada.
Asiente con la cabeza y con el gesto con las manos para invitar a NORTIA a que
se siente en la escalinata a escuchar su relato. NORTIA acepta la invitación
con una leve reverencia antes de sentarse).
Nacía bastante cerca
de aquí… un poco más de un día de viaje…
Roano Sereno dicen que llaman
a aquel territorio con muy buen juicio
pues se arrellana sobre rocas
rojas y serena es su vista pues carece
de picos y mansas lomas
suavizan la mirada del más terco.
NORTIA: (Bostezando)
Ya estoy maldiciendo la hora fatal
en que te he pedido esto.
ANASTÉ: (Que no hace caso)
Aquel territorio que ocupa piel
bajo mi piel sangre bajo mis venas
y locura bajo mi pensamiento…
fue el que me vio nacer
en el onceno día de la oncena
luna nueva…
en borrosa y velada y esquiva noche.
NORTIA:
¿Podemos avanzar?
¿Quiénes eran tus padres?
ANASTÉ: (Alegrando primero la
cara con el recuerdo)
Mi madre era natural de esta tierra.
Mi padre no… mi padre…
hundía sus ascendencia en las costas
primero de la Etruria
y antes del bajo Egipto.
NORTIA: (Con algo de desprecio)
¡Ah! Entonces comerciante fenicio…
Quien tiene un fenicio… tiene un tesoro…
ANASTÉ: (Algo contrariada)
Eso no…
es así…
NORTIA: (Riéndose)
Vaya que no es así…
tú tienes el tesoro…
hasta que diga el fenicio que no.
ANASTÉ: (Un poco mimosa)
Mi abuelo era fenicio… y guardo muy buenos recuerdos de él.
Mi padre era muy muy religioso…
NORTIA: (Aparte al público)
Sí, adorador devoto de Mammón…
amasador del pan de oro y del pan de plata.
ANASTÉ: (Que lo ha oído. Justificándose)
Mi padre llegó a ser augur mayor.
NORTIA: (Como terminando un silogismo)
…y eso me proporciona vía libre
para amontonar una gran fortuna.
ANASTÉ: (Venida a menos)
Tienes toda la razón. Yo también…
le recriminaba a veces esa ansia
de poder y riquezas…
(NORTIA hace un ademán inquisitivo con la cabeza y
los hombros para que ANASTÉ continúe).
Mi madre decía que el buen augur
y la familia del augur jamás
debían expresarse en esos términos
de culpa pues sólo a ellos les es dado
por mandato divino
la concentración y el reparto justo
de los bienes que aquellos mismo dioses
tuviesen a bien darnos como don”. [pp. 39-41].
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