lunes, 25 de diciembre de 2023

La ruta de Eminé

LA RUTA DE EMINÉ

José A. Ramírez Lozano

Sevilla,  Algaida Editores, 2023, 184 págs.

   José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos  a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la editorial sevillana Algaida publica La ruta de Eminé, que relata el viaje del pescador de sombra Turión y la joven estambulí Eminé, tejedora muda de alfombras para el sultán, por una paisaje oriental de desiertos y ciudades fantásticas en busca de un reino cuyos destinos están llamados a regir. Al frente de una caravana de camellos cargados de sedas y especias, los dos jóvenes vivirán arriesgadas aventuras y conocerán a insólitos personajes cada uno de los cuales trae hasta la superficie de la narración el relato de sus sorprendentes vidas y experiencias. El viaje, el cuento, el lenguaje son los motivos que hilvanan esta aventura itinerante comunicada con una prosa repleta de humor, fantasía y hallazgos estilísticos. Reproducimos un fragmento que contiene estas cualidades.

   “Con esa prevención anduvieron un día entero, los dos entretenidos en mirarse, guarecidos por la nube como príncipes. Cruzaron las tierras de Gimión y al anochecer del día siguiente toparon un río.

        -Este va a ser el río –receló Turión.

   Aunque las sombras no dejaban ver sus aguas, las delataba aquel rumor correntino y el farallón de sus riberas.

        -Podré lavarme al menos –apuntó Husém honroso-. La limpieza es la mitad de a fe, dice el Rasul.

   Acamparon pues a oscuras, asistidos solo por la lumbre de los mirlos, cada cual en su jaula, lámparas como se tornaban en la noche. Y durmieron, aunque no sin sobresaltos.

   A eso de la madrugada, Turión despertó a Eminé.

        -¿Escuchas eso? –le dijo.

   Ella se revolvió en la almohada y asintió con un gesto de no entender nada de lo que Turión decía.

        -Son palabras –precisó- el agua lleva palabras. Un rumor de palabras. Escucha.

   Eminé bostezó desperezándose y luego abrió los ojos atenta, como si escuchase también por los ojos. Al momento, hubo en ella un gesto breve de asombro que daba la razón a Turión. Aquello había que averiguarlo sin tardanza. Con una cosa así no podía aguantar hasta que amaneciera, de manera que se vistió a la ligera y salió a buscar a Efrén.

        -Parecen sílabas, sí –quiso contentarlo el hebrero-, pero, sin duda, indescifrables, señor.

        -Son palabras –insistió tajante-. Vengan aquí los demás esclavos.

   Acudieron Pitio y Norám primero y después Chitián y el griego Carispeto, los cinco atentos a lo que el amo alertaba, sus manos tras las orejas sirviéndose de ellas a modo de pantalla. Y nada.

        -¿Y cómo? –desesperaba Turión-. ¿No os traje para esto? ¿No decías tú, Chitián, que el mundo todo estaba lleno de ocultas lecturas? ¿Y tú, Carispeto? ¿No te prometías sacar la raíz de als palabras?”[Pp. 82-84].

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