lunes, 6 de noviembre de 2017

Patria o muerte


PATRIA O MUERTE

Alberto Barrera Tyszka
Barcelona, Tusquets Editores, 2015, 246 págs.
IX Premio Tusquets Editores de Novela

   Nacido en Caracas en 1960, Alberto Barrera Tyszka es profesor en la cátedra de Crónicas de la Universidad Central de Venezuela, columnista del periódico El Nacional, colaborador de numerosos revistas y diarios, y guionista de televisión. Su dedicación a la literatura se inició con dos poemarios, Coyote de ventanas (1993) y Tal vez el frío (2000), para derivar más tarde a los géneros narrativos, tanto las compilaciones de cuentos (Edición de lujo, 1990; Perros, 2006, y Crímenes, 2009), como las novelas: También el corazón es un descuido (2001), La enfermedad (premio Herralde de novela de 2006), y Rating (2001). Junto con la periodista Cristina Marcano ha escrito la primera biografía documentada sobre el ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal (2005)
   En 2015, la editorial Tusquets publicó Patria o muerte, que logró el IX premio Tusquets de novela otorgado por un jurado presidido por Juan Marsé. La conocida consigna castrista es el epígrafe elegido para relatar las peripecias de unas pocas vidas abocadas a la incertidumbre cuando el carismático líder venezolano tenga que someterse a sucesivas intervenciones quirúrgicas para afrontar una grave enfermedad que al fin acabará con su vida. En un país asolado por la pobreza y la violencia, los personajes ven agredidas sus vidas privadas por una ideología asfixiante que todo lo impregna, que divide a matrimonios y a hermanos, que obliga a tomas de posición obligatorias y que, con la muerte del líder, se enfrentan a un futuro desconocido y amenazador, expresado por esa pareja de niños (María, que ha sido testigo del asesinato de su madre, y Rodrigo, que ha huido de casa de sus padres), perdidos entre la multitud: “Y entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Adónde vamos a ir?”.
   Reproducimos un fragmento que refleja el estado de devastación en que todos intentan sobrevivir penosamente.

   “Una noche le dio una vaina estomacal, empezó con una puntada, pensó que algo le había caído mal, creyó que no era nada pero resulta que era bien grave, hasta dicen que pudo ser una hemorragia. Yocelin, que vive con su marido en la casa de mi mamá, lo agarró y lo montaron en el carro y salieron volando. Pero en el Hospital Pérez de León la emergencia estaba cerrada. No lo quisieron recibir porque no tenían materiales quirúrgicos. Una enfermera dijo que no tenían ni alcohol. Entonces tuvieron que irse al Hospital Domingo Luciani, ahí cerca, en El Llanito. Tampoco. Ahí  la emergencia estaba tomada por una banda. Parece que hubo pelea entre bandas. A un malandro lo habían cosido a tiros y su gente llegó al hospital y tomó la emergencia, Esa vaina estaba llena de gente armada. Dijeron que hasta dentro del quirófano había tipos calzados con un hierro, vigilando que le sacaran las balas al pana. Y afuera, en los pasillos, también había gente de la misma banda, todos armados. Estaban pendientes. Pensaban que los de la otra banda podrán caerles ahí mismo. Una doctora estaba llorando, como histérica, gritando, pidiendo ayuda. ¿La policía? Qué va. Ni que fueran pendejos. Ellos no se meten en eso. Una vaina es ser policía y otra vaina es ser suicida.
   Eso es lo que aquí llaman el ruleteo. De ruleta, no sé si entiendes. Que vas de un lado a otro y nunca llegas a ningún sitio. Que te la vives puro dando vueltas. Y así fue. Y el viejo se nos murió en el carro” [pp. 162-163].

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