sábado, 7 de abril de 2018

Breve tratado de pintura


BREVE TRATADO DE PINTURA

Nuno Júdice
Medellín (Colombia), Frailejón Ediciones, 2014
Trad. del portugués, Elkin Obregón S.

   Nuno Júdice (Mexilhoera Grande, El Algarbe, Portugal, 1949) es licenciado en Filología Románica, doctor por la Universidad Nueva de Lisboa, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Lisboa y agregado cultural de la embajada portuguesa en Francia. Como escritor, además de numerosos estudios filológicos, ha cultivado el teatro, la novela y la poesía. En este último campo se dio a conocer en 1972 con su primer libro, Noção do poema, al que siguieron, entre otros, O Mecanismo Romântico da Fragmentação (1975), Nos Braços da Exigua Luz (1976), A Partilha dos Mitos (1982), Lira de Líquen (1986), A Condescendência do Ser (1988), Enumeração de sombras (1989) y Obra Poética, 1972-1985 (1991). Entre los numerosos reconocimientos recibidos por su obra (Premio Pablo Neruda, Pen Club, Associação portuguesa de escritores, Fernando Namora…) destaca el premio Reina Sofía de poesía iberoamericana de 2013 por Navegação de acaso.
   En 2014, la editorial antioqueña Frailejón Ediciones publicó en una cuidadosa edición de ejemplares cosidos a mano con solapas de tela Breve tratado de pintura, un compendio de poemas, la mayor parte de ellos elaborados sobre una referencia visual, que se propone “restituir un sentimiento a cada uno de esos rostros o cuerpos que permanecen en la soledad de las salas de los museos, y liberarlos de su inútil belleza para una nueva convivencia a través de la poesía”.
   Reproducimos una de las composiciones seguida de la traducción de Elkin Obregón.

CASSANDRA

Sonhou ler o destino; e desejou nunca
o ter feito. Deixou de olhar para os homens,
quando adivinhou a sua norte; e desafiou
o céu, quando descobrou que nada existe
para além do azul. Percebo, pela
contracção da sua coxa, que esboça
o desejo de se erguer; mas o braços
caem para trás das costas,
como se não tivesse já para
onde ir. No tanto, o fogo
que arde no altar ilumina-lhe
o rosto, condenando-a a ver
tudo o que acontece: os incêndios
que devastam a terra, um massacre
de mulheres, a inutilidade
das súplicas. E entrega-se a todos
os que passam à sua frente,
pedindo-lhes que apaguem a chama
para que um manto de treva
lhe cubra o corpo.


CASANDRA

Soñó leer el destino; y deseó nunca
haberlo hecho. Dejó de mirar a los hombres,
cuando adivinó su muerte; y desafió
al cielo, cuando descubrió que nada existe
más allá del azul. Percibo, por la
contracción de su muslo, que esboza
el deseo de erguirse; pero los brazos
caen atrás de las espaldas,
como si no tuviera ya
a dónde ir. No obstante, el fuego
que arde en el altar le ilumina
el rostro, condenándola a ver
todo lo que sucede: los incendios
que devastan la tierra, una masacre
de mujeres, la inutilidad
de las súplicas. Y se entrega a todos
los que pasan frente a ella,
pidiéndoles que apaguen la llama
para que un manto de niebla
le cubra el cuerpo.

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