ESA NOCHE
Mérida, Editora Regional, Col. Escena Extremeña, 2017,
174 págs.
Trad. al portugués de Fernando Rodrigues
VII Premio de Textos Teatrales de Autor
Extremeño-FATEX, 2015
Miguel
Murillo Fernández (Badajoz, 1997) compone en 2014 obras teatrales como El reino de Caín, Como en Stanford y Una sola Antígona. En 2015 obtiene el
VII Premio de Textos Teatrales “Raúl Moreno” con la obra que ahora publica la
Editora Regional en su colección Escena Extremeña, Esa noche. A este mismo año pertenecen La clave de sol y Tragedia
con Alcuza y en 2016 escribe El pozo
y El aula de los caídos. Sus últimos trabajos han sido Purísimo teatro (2016) representado por
la compañía Susurro Teatro en el Festival de Alcántara, y El Quijote en una Europa de duelos y quebrantos (2017) en las
Jornadas de Teatro Crítico de la Diputación de Cáceres. En la actualidad,
colabora en la sección de cultura del periódico digital El correo Extremadura.
Esa noche, que publicó en septiembre de 2017
la Editora Regional de Extremadura, es una tragedia que se abre, como
el Hamlet shakesperiano con la aparición del espectro del padre muerto (y
condenado) en un viejo caserón en donde viven sus cuatro hijas (Encarnación,
Asunción, Visitación e Iniquidad), encerradas y asediadas desde el exterior por
burlas y calumnias, marcadas por un episodio terrible sucedido una noche del
pasado, impulsadas por el rencor, el delirio y
la demencia durante un instante “extenso” en que se mezclan los días del
ayer con los del presente (de ahí las referencias aparentemente contradictorias
en las acotaciones a “niñas”, “mozas”, “mujeres”). Con intencionados ecos
lorquianos, se desarrolla una tragedia de desenlace sangriento y trama brumosa
en que se adivina la violencia del padre para con todos y la amenaza de las
antiguas erinias exigiendo la sangre de todo aquel que la haya derramado.
ASUNCIÓN:
(Nuevamente,
la duda la acecha) ¿Quién no estaba allí? Alguien faltaba. No dormían
cuatro, sino tres…
INIQUIDAD:
Deja de decir sandeces… (Recapacita). Sí, dormíamos tres. (Mira con un descaro tremendo a Encarna).
VISITA:
(Se
hurga los bolsillos. Saca el botón del escritorio mientras buscaba las coplas). Este botón… De Madame Gólgota…
INIQUIDAD:
Cómo la odio. ¿Hasta cuándo fui Madame Gólgota para
reconvertirme en Iniquidad, la niña coplista y tímida, temerosa de Dios y de su
padre el coronel?
ENCARNA:
(Tiene
miedo). Se hace de noche… Mirad las sombras de la ventana.
Efectivamente,
ha oscurecido bastante. Si al principio de esta obra se encendieron las luces
eléctricas o candiles, estos deben ser sustituidos por focos tenues, rojizos y
tétricos. Si se corrieron las cortinas y se subieron las persianas y la escena
es iluminada por el sol, nos debemos percatar de la sombra gris de la muerte
que apaga poco a poco la escena. Es ese color que solo ven las cuatro niñas…
desde esa noche.
VISITA:
Y yo sin rezar las Completas. Pero, ¿no vendrá madre
a contarnos un cuento?
ASUNCIÓN:
Los tres cerditos. Mejor que termine el de La Bella
Durmiente…
INIQUIDAD:
Madre no vendrá hoy a contarnos ningún cuento.
ENCARNA:
Llega la noche oscura… mirad las sombras… ¿no tenéis
sueño?
INIQUIDAD:
Yo tengo escalofríos. Durmamos, a ver si mañana se
hace un nuevo día.
ASUNCIÓN:
(Los
dedos en la barbilla, rascándosela a ver si sale alguna respuesta) ¿Quién no dormirá esta noche? ¿Quién no lo hizo? Alguien se levantó,
estábamos tres… [pp. 80-82].
Nota
Subo de nuevo una nota
de lectura sobre esta obra por una atribución errónea en su momento por la que
pido disculpas al autor (y a sus lectores).
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