MALDITA LECHUZA
José A. Ramírez Lozano
Sevilla, Ed. Algaida, 2021, 93 págs.
José Antonio Ramírez Lozano (Nogales,
1950) ha desarrollado de modo paralelo una nutrida trayectoria de poemarios,
libros de literatura infantil y juvenil y
narraciones que comparten motivos repetidos y similares predilecciones formales.
Objeto de numerosísimos galardones (Azorín, Claudio Rodríguez, Juan Ramón Jiménez, José Hierro, Blas
de Otero, Ricardo Molina, premio de la Crítica Andaluza o los extremeños Ciudad
de Badajoz, Felipe Trigo o Cáceres de novela corta), su obra en prosa se inició con Don
Illán (Orihuela, 1978), una narración corta con algunas de claves de
su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos, como Gárgola (Cátedra,
1985), Titirimundi (Ediciones Libertarias, 1987), La
gran oca (Melinchón / Stábile, 1990), La Historia
Armilar (Aguaclara, 1991), La derrota de los fabulistas (Aguaclara,
1994), Animañas (ERE, 1995), Bata de cola (ERE
/ Libertarias, 1995), El birrete de papel (Diputación de
Badajoz, 1996), Las argucias de Frestón (Algaida, 1997), Letanías
de San Garabito (Algaida, 2000), Los reinos de Artemón (Algaida,
2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida,
2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León,
2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de
la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida,
2010), Habas contadas (Diputación de
Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación
de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación
de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones
del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos,
2016), El camello de oro (Carpenoctem,
2018), Un calcetín lana rojo (Menoscuarto,
2019) y Las nueces de más allá (De
la Luna, 2020). Ahora la editorial sevillana Algaida publica Maldita
lechuza, una novela juvenil de corta extensión, protagonizada por unos
alumnos emprendedores dedicados a la elaboración de una revista escolar sobre
temas de actualidad. En un entorno realista, los chicos descubrirán que esa
realidad inocente oculta presencias inquietantes. Reproducimos un fragmento de
la novela.
—Quisiéramos
que saliese para Navidad, Mantero —le íbamos con el ruego—. A ver si usted
pudiera esta tarde.
—Esta
tarde tengo un porrón de exámenes y esta fotocopiadora no la maneja nadie más
que yo, que luego van y dicen que si me chivo las preguntas. Que no.
Mantero, el conserje, tenía un punto de mala uva y
era más cabezón que un nabo cuando se le metía una cosa entre ceja y ceja.
—Eso
será porque soy Capricornio —se excusaba si se lo echaban en cara.
Nosotros, y en especial Casado, le envidiábamos su
oficio. Por sus manos pasaban los textos, calientes aún, de todo el instituto:
los exámenes, las notas, las circulares del director... Mantero estaba siempre
agazapado en aquel cuartillo debajo de la escalera, oliendo a tinta y a papel,
como un demonio poderoso que no se dejase arrebatar su fragua.
—Anda
y no seas así, Mantero —se descocaba Marina—. Sé bueno y házmelo esta tarde, guapetón.
Mira que si no se lo digo al jefe de estudios”. [Pp.41-42].
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