DE LUZ Y SOMBRA
ALFONSO TRAJANO
Antonio María Flórez
Don Benito, ACEM. La Cigüeña de Cristal, 2021, 194
págs.
Hijo de
madre extremeña y padre colombiano, Antonio María Flórez (Don Benito, 1969)
pasa su infancia en Marquetalia (Colombia), pero recibe su formación académica
de grado medio en los centros docentes de Don Benito. Circunstancias
biográficas posteriores le han llevado a alternar estancias en Colombia y España,
lo que lo ha convertido en privilegiado testigo del panorama cultural de los
dos países.
Además de varios ensayos (como Dalí. El arte de escandalizar, 2004
o Transmutaciones. Literatura colombiana actual, 2009), Cuentos de ida y vuelta (2020) y numerosas
colaboraciones en obras colectivas (antologías de cuento y de poesía,
revistas…) ha publicado hasta el momento los siguientes libros de poesía,
galardonados con premios de reconocido prestigio: El círculo cuadrado (1987), En
cámara lenta, junto con el escritor Flobert Zapata (1989), Epigolatría (1993), ZOO
(poemillas de amor antiecológicos) (1993), El bar de las
cuatro rosas (1995) y Antes del regreso (1997). A
este libro le siguieron títulos como El arte de torear (2002), Desplazados del paraíso (premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2003,
publicado ese año en Colombia y luego en España en 2006), Marquetalia (Un pueblo que rabia) (2003), Corazón de piedra (2011), Tauromaquia
(Antología Trema) (2011), Bajo tus pies la ciudad (2012), Sabe que su mirada (2014), Lamuerte de Manolete. Crónica en escena (Don Benito, 2014), En las fronteras del miedo (2013, finalista del premio nacional de poesía
del Ministerio de Cultura de 2015) y Sueños eróticos de un adolescenteempedernido (2016). Como narrador, ha publicado sus relatos en antologías
como Cuento caldense actual (1992), Estrechando
círculos (1999), La narración corta en Extremadura (2000)
y Ficciones (2001). En 2018, la editorial De la Luna libros
publicó un volumen de relatos, Desde entonces vivo para el dolor.
Ahora, la institución cultural ACEM publica
De luz y sombra. Alonso Trajano (Mérida, 1895 – Campanario, 1938) es un estudio,
que podemos considerar definitivo, sobre uno de esos creadores víctimas de la
Guerra Civil (en su caso, víctima de ambos bandos) olvidados más tarde durante
los interminables años de posguerra y dictadura. Perfectamente documentado, el
estudio recompone la biográfica de este pintor y fotógrafo (y dibujante y
caricaturista), atendiendo, en un segundo bloque, al contexto regional y
nacional en los que creó su obra, todo ello ilustrado por numerosas imágenes de
su producción artística. Puesto que su figura es por completo desconocida hoy,
reproducimos un de los textos de solapa que narra de modo sucinto su trayectoria (y un par de
fotografías de sendas obras).
“Alfonso
Trajano fue uno de los artistas extremeños más importantes de la primera mitad
del siglo XX. Salió a temprana edad de su casa embarcándose por los caminos del
mundo en un sinfín de aventuras y tareas que lo hicieron estudiante de artes,
actor, motociclista, torerillo, violinista, dandy; en definitiva, artista.
Vivió en Madrid en los tiempos de la Primera Guerra Mundial y la Postguerra
inmediata. Allí coincidió y tuvo trato con algunos de los más importantes
intelectuales y artistas españoles de la época y se puso a tono con las
vanguardias: José Francés, Bujados, Vázquez Díaz, Palencia, Alberti, Montero
Alonso, Solana, entre otros.
Trajano no
sólo destacó como agudo retratista y solvente fotógrafo, sino que sus
incursiones en la pintura y el dibujo le abrieron un lugar preeminente en la
plástica extremeña de los convulsos años de la dictadura de Primo de Rivera y
la Segunda República. Expuso en Extremadura con frecuencia, en Sevilla y Madrid
e, incluso, en Nueva York. Y no podemos desdeñar, tampoco, sus apariciones como
ilustrador y articulista en varios medios regionales y nacionales. Tuvo, además,
una relación cercana y fluida con los más prestantes artistas, políticos e
intelectuales de la región en aquellos años. La Exposición Iberoamericana de
Se-villa de 1929 vino a significar el momento culminante de la expresión de la
cultura extremeña de la época; y ahí estuvo Trajano con sus fotografías y
pinturas, confirmando el lugar significativo que, pese a su juventud, ya
ocupaba en el panorama artístico regional. Pero antes ya había obtenido valiosos
reconocimientos como su participación en el V Salón Nacional de Humoristas de
1919, en el Salón de Otoño de Madrid de 1920, en la Exposición Nacional de
Bellas Artes de 1926, en la Exposición de Artistas Extremeños en el Palacio de
Bellas Artes de Sevilla de 1927, en la Exposición de Dibujantes Españoles de
Nueva York en 1927, la Medalla de Oro que obtuvo en la Exposición del Ateneo de
Cáceres en 1927, entre otros muchos eventos”.
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